miércoles, 28 de octubre de 2015

Trasgoides

Algunos los consideran una raza esclava, otros poco más que una raza apestosa; para la mayoría son peores que enanos gully. Los goblins (o trasgos) han sido dominados durante siglos, empleados como operarios de minas, soldados terrestres y mensajeros. En algunos de los reinos más lóbregos de Ansalon, los goblins luchan sin cesar como lacayos de humanos u ogros. Incluso los kenders o los perros abandonados son tratados mejor que ellos.

Los goblins libres que vagan por Krynn conforman normalmente grupos asustadizos, cobrades a menos que su tribu cuente con números apabullantes, y siempre temerosos ser sometidos por algún colectivo más poderoso. Astutos y llenos de recursos, se las arreglan para sobrevivir a la sombra de las otras razas de Krynn, haciendo incursiones en asentamientos humanos para obtener comida, ropa y armas. En algunos casos, llegan al nivel de organización suficiente para formar ciudades.

Sus primos mayores, los grandes trasgos (hobgoblins) y los osgos (bugbear), son ligeramente más respetados por su tamaño y ferocidad. Cuando se encuentran junto a sus parientes, éstos casi siempre están al cargo y reciben los mejores despojos. Su presencia motiva y enardece a los goblins más pequeños, cosa que en ocasiones ha elevado a la raza goblin a raros momentos de gloria. Por lo demás, habitualmente un goblin acostumbra a ser un goblin: un ser débil, llorón y rastrero que aguarda una oportunidad para escapar a su triste destino.

BREVE HISTORIA DE LOS GOBLINS

La raza goblin asomó a la superficie por primera vez en la Era de los Sueños, siguiendo el paso errante de la Gema Gris a lo largo y ancho del continente. Antes de los efectos mutágenos de la Gema Gris, las leyendas hablan sobre proyectos de crianza de los altos ogros destinados a producir una raza esclava que compensara la pérdida de los humanos. Estos cuentos sugieren que los ogros más pequeños fueron cruzados con elfos cautivos y que la descendencia de estas líneas fue alterada por sacerdotes de Takhisis para dar lugar a los trasgos primigenios. Otros estudiosos rechazan que los goblins tengan sangre élfica y aseguran que derivan directamente de los ogros, quienes por aquel entonces habían empezado ya su declive.

Usados como esclavos, igual que muchos otros antes que ellos, los goblins experimentaron numerosos cambios durante la Era de los Sueños hasta dar lugar a las subrazas que existen en la era actual. Tribus enteras de goblins que habían escapado a sus dueños, dirigidos por sus integrantes más grandes y más inteligentes, se dispersaron por las tierras controladas por los ogros de Taman Busuk, Kharolis y Blöten. Los trasgos de mayor tamaño, gracias a la increíblemente alta tasa de nacimientos entre sus gentes, devinieron en hobgoblins y osgos después de tres o cuatro generaciones. Los goblins más pequeños encogieron todavía más, hasta una estatura similar a la de kenders y gnomos.

Sólo un puñado de tribus se las arreglaron para mantenerse independientes mientras las otras razas reclamaban los territorios que dejaba atrás el ocaso de la civilización ogra. A medida que los humanos construían ciudades, los elfos modelaban sus bosques y los enanos excavaban en sus montañas, los goblins de Krynn se deslizaron en los espacios que quedaban entremedio, a menudo entrando en conflicto con estas otras razas. La consecuencia de este largo período de crecimiento y guerra fue una población divididad en pequeños grupos tribales enemistados entre sí.

Al avecinarse otros períodos de guerra, la presencia de los goblins se hizo patente otra vez. Durante la Segunda y la Tercera Guerra de los Dragones, los goblins fueron reclutados a la fuerza en el servicio militar como tropas terrestres y caballería desechable. Los lanzadores de honda y los jinetes de lobo dieron apoyo a las legiones de la Reina Oscura bajo el liderazgo del Señor de la Guerra Crynus contra los Caballeros de Solamnia. En escaramuzas en los bordes de Ergoth y las tierras ogras, los trasgos eran una amenaza constante. Cuando el Príncipe de los Sacerdotes firmo la Declaración del Manifiesto de la Virtud en 118 PC, los goblins estaban entre los primeros a ser barridos de la tierra.

Aunque el poder de Istar redujo significativamente la población de las razas trasgoides, consiguieron escapar a la aniquilación en algunas partes de Ansalon. Ergoth, en oposición a algnas políticas de Istar, era hogar de una tribu especialmente persistente y tozuda de goblins que habitaban en las Montañas Centinela. Estos goblins, dirigidos por un artero jefe goblin llamada Snagglefang, había luchado durante muchos años contra el Imperio de Ergoth, pero cuando Istar se valió de su poderoso músculo religioso para hacer demandas en el Oeste, ambos bandos encontraron un enemigo común. Esta alianza entre goblins y humanos fue enteramente unilateral durante dos generaciones; los humanos no tenían la menor idea de que Snagglefang y sus tribus unidas los ayudaban frente a Solamnia e Istar. Fue el hijo del legendario cabecilla, Deathwielder, quien finalmente convenció al emperador Gwynned V de los valiosos conocimientos tácticos y bélicos que podía aportarle la colaboración. Desde ese momento, él y sus descendientes pasaron a formar una pequeña, pero importante parte de las fuerzas armadas ergothianas.

El Cataclismo fue devastador para todos los habitantes de Ansalon, aunque posiblemente los trasgos fueron los menos afectados de todos. Durante la primera centuria de la Era de la Desesperación, la población de la raza goblin se desparramó por Ansalon cual nieve fundida en primavera. Aquellos que habían sobrevivido a Istar rápidamente se asentaron en las ruinas, ciudades abandonadas y regiones vacías de todas forma de vida. Los goblins de Ergoth formaron la nación de Sikk'et Hul en Ergoth del Norte, aprovechando el regalo de un Emperador más bien distraído al jefe Shadowstalker por sus favores.

La Guerra de la Lanza fue un período decisorio para los goblins. Por un lado, muchos de ellos prosperaron en el Ejército de los Dragones, como el taimado hobgoblin Fewmaster Toede, sirviendo a las órdenes de Su Oscuro Majestad. Por otro lado, las migraciones provocadas por el conflicto dejaron varias regiones abiertas a la ocupación de bandas de merodeadores trasgos. Throt fue una de sus conquistas más significativas; la ciudad de Throtl fue asediada y las llanuras de la Cañada de Throtl entre Solamnia y Estwilde fueron tomadas.

A pesar de estos éxitos en Ergoth y Throt, los goblins continúan siendo esclavos en la mayor parte del continente. No obstante, los chamanes de las razas trasgoides preconizan un tiempo venidero en el que su especie se alzará por encima de la gente alta, recuperará las tierras que les deben en virtud de sus distantes ancestros ogros y olvidará las generaciones de esclavitud. Los vientos del cambio arrastran el hedor de los goblins, el prometedor olor de un glorioso futuro.

RASGOS COMUNES

Todos los trasgoides comparten un cierto número de características físicas y mentales que los diferencian claramente de otros seres vivos de Krynn. Un goblin, hobgoblin o un bugbear es típicamente un individuo apestoso de cara plana y piernas arqueadas. Sus rasgos faciales pueden ser pronunciados, especialmente en el caso de los osgos, pero sus narices parecen haber sido aplastadas entre unos ojos hundidos y unas bocas dentudas. Todos los trasgos poseen extremidades largas y flacas, hombros encorvados y un andar desmañado, aunque esto último no es tan notorio entre los hobgoblins. Emiten un hedor penetrante que, si bien sirve como marca de identificación entre sus congéneres, para las otras razas es nauseabundo y recuerda a ropa podrida, cieno pantanoso y grano estropeado.

Mentalmente, es proverbial la tendencia de todas las variedades trasgas hacia la violencia, la brutalidad y el comportamiento insensato. En ciertas tribus o lugares, esta propensión alcanza su culmen, con goblins y hobgoblins luchando constantemente contra sus vecinos y entre ellos mismos. En otras regiones, un esclavo o siervo goblin apenas tiene oportunidad de expresarse, incluso para descargar su ira, lo que supone una frustración y depresión inmensas. Los investigadores se preguntan si la inclinación de los goblins a matar, saquear y arrasar la tierra es realmente un vestigio de su herencia ogra o un conjunto de comportamientos condicionados por su escuálida cultura. Independientemente de la naturaleza de la psique goblin, es cierto que algunos han sobrepasado sus instintos y han pasado a controlar el rumbo de su vidas.

Todos los goblins comparten la misma aproximación básica a la cuestión del género: las hembras son para la cría y la magia. Unas pocas féminas excepcionales pueden decantarse por esta última, mientras que el 90% restante debe dedicarse a la reproducción en exclusiva. Incluso entre los goblins civilizados, sea lo que sea eso, existe este arraigado estereotipo de hembra goblin; en Sikk'et Hul, donde la sociedad patriarcal ergothiana ha ejercido una profunda influencia, nadie aceptaría una líder hembra a menos que tuviera un consorte igual de poderoso y gozara de habilidades para la magia.

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