Algunos los consideran una raza esclava, otros poco más que una raza
apestosa; para la mayoría son peores que enanos gully. Los goblins (o
trasgos) han sido dominados durante siglos, empleados como operarios de
minas, soldados terrestres y mensajeros. En algunos de los reinos más
lóbregos de Ansalon, los goblins luchan sin cesar como lacayos de
humanos u ogros. Incluso los kenders o los perros abandonados son
tratados mejor que ellos.
Los goblins libres que vagan por Krynn
conforman normalmente grupos asustadizos, cobrades a menos que su tribu
cuente con números apabullantes, y siempre temerosos ser sometidos por
algún colectivo más poderoso. Astutos y llenos de recursos, se las
arreglan para sobrevivir a la sombra de las otras razas de Krynn,
haciendo incursiones en asentamientos humanos para obtener comida, ropa y
armas. En algunos casos, llegan al nivel de organización suficiente
para formar ciudades.
Sus primos mayores, los grandes trasgos
(hobgoblins) y los osgos (bugbear), son ligeramente más respetados por
su tamaño y ferocidad. Cuando se encuentran junto a sus parientes, éstos
casi siempre están al cargo y reciben los mejores despojos. Su
presencia motiva y enardece a los goblins más pequeños, cosa que en
ocasiones ha elevado a la raza goblin a raros momentos de gloria. Por lo
demás, habitualmente un goblin acostumbra a ser un goblin: un ser
débil, llorón y rastrero que aguarda una oportunidad para escapar a su
triste destino.
BREVE HISTORIA DE LOS GOBLINS
La
raza goblin asomó a la superficie por primera vez en la Era de los
Sueños, siguiendo el paso errante de la Gema Gris a lo largo y ancho del
continente. Antes de los efectos mutágenos de la Gema Gris, las
leyendas hablan sobre proyectos de crianza de los altos ogros destinados
a producir una raza esclava que compensara la pérdida de los humanos.
Estos cuentos sugieren que los ogros más pequeños fueron cruzados con
elfos cautivos y que la descendencia de estas líneas fue alterada por
sacerdotes de Takhisis para dar lugar a los trasgos primigenios. Otros
estudiosos rechazan que los goblins tengan sangre élfica y aseguran que
derivan directamente de los ogros, quienes por aquel entonces habían
empezado ya su declive.
Usados como esclavos, igual que muchos
otros antes que ellos, los goblins experimentaron numerosos cambios
durante la Era de los Sueños hasta dar lugar a las subrazas que existen
en la era actual. Tribus enteras de goblins que habían escapado a sus
dueños, dirigidos por sus integrantes más grandes y más inteligentes, se
dispersaron por las tierras controladas por los ogros de Taman Busuk,
Kharolis y Blöten. Los trasgos de mayor tamaño, gracias a la
increíblemente alta tasa de nacimientos entre sus gentes, devinieron en
hobgoblins y osgos después de tres o cuatro generaciones. Los goblins
más pequeños encogieron todavía más, hasta una estatura similar a la de
kenders y gnomos.
Sólo un puñado de tribus se las arreglaron para
mantenerse independientes mientras las otras razas reclamaban los
territorios que dejaba atrás el ocaso de la civilización ogra. A medida
que los humanos construían ciudades, los elfos modelaban sus bosques y
los enanos excavaban en sus montañas, los goblins de Krynn se deslizaron
en los espacios que quedaban entremedio, a menudo entrando en conflicto
con estas otras razas. La consecuencia de este largo período de
crecimiento y guerra fue una población divididad en pequeños grupos
tribales enemistados entre sí.
Al avecinarse otros períodos de
guerra, la presencia de los goblins se hizo patente otra vez. Durante la
Segunda y la Tercera Guerra de los Dragones, los goblins fueron
reclutados a la fuerza en el servicio militar como tropas terrestres y
caballería desechable. Los lanzadores de honda y los jinetes de lobo
dieron apoyo a las legiones de la Reina Oscura bajo el liderazgo del
Señor de la Guerra Crynus contra los Caballeros de Solamnia. En
escaramuzas en los bordes de Ergoth y las tierras ogras, los trasgos
eran una amenaza constante. Cuando el Príncipe de los Sacerdotes firmo
la Declaración del Manifiesto de la Virtud en 118 PC, los goblins
estaban entre los primeros a ser barridos de la tierra.
Aunque el
poder de Istar redujo significativamente la población de las razas
trasgoides, consiguieron escapar a la aniquilación en algunas partes de
Ansalon. Ergoth, en oposición a algnas políticas de Istar, era hogar de
una tribu especialmente persistente y tozuda de goblins que habitaban en
las Montañas Centinela. Estos goblins, dirigidos por un artero jefe
goblin llamada Snagglefang, había luchado durante muchos años contra el
Imperio de Ergoth, pero cuando Istar se valió de su poderoso músculo
religioso para hacer demandas en el Oeste, ambos bandos encontraron un
enemigo común. Esta alianza entre goblins y humanos fue enteramente
unilateral durante dos generaciones; los humanos no tenían la menor idea
de que Snagglefang y sus tribus unidas los ayudaban frente a Solamnia e
Istar. Fue el hijo del legendario cabecilla, Deathwielder, quien
finalmente convenció al emperador Gwynned V de los valiosos
conocimientos tácticos y bélicos que podía aportarle la colaboración.
Desde ese momento, él y sus descendientes pasaron a formar una pequeña,
pero importante parte de las fuerzas armadas ergothianas.
El
Cataclismo fue devastador para todos los habitantes de Ansalon, aunque
posiblemente los trasgos fueron los menos afectados de todos. Durante la
primera centuria de la Era de la Desesperación, la población de la raza
goblin se desparramó por Ansalon cual nieve fundida en primavera.
Aquellos que habían sobrevivido a Istar rápidamente se asentaron en las
ruinas, ciudades abandonadas y regiones vacías de todas forma de vida.
Los goblins de Ergoth formaron la nación de Sikk'et Hul en Ergoth del
Norte, aprovechando el regalo de un Emperador más bien distraído al jefe
Shadowstalker por sus favores.
La Guerra de la Lanza fue un
período decisorio para los goblins. Por un lado, muchos de ellos
prosperaron en el Ejército de los Dragones, como el taimado hobgoblin
Fewmaster Toede, sirviendo a las órdenes de Su Oscuro Majestad. Por otro
lado, las migraciones provocadas por el conflicto dejaron varias
regiones abiertas a la ocupación de bandas de merodeadores trasgos.
Throt fue una de sus conquistas más significativas; la ciudad de Throtl
fue asediada y las llanuras de la Cañada de Throtl entre Solamnia y
Estwilde fueron tomadas.
A pesar de estos éxitos en Ergoth y
Throt, los goblins continúan siendo esclavos en la mayor parte del
continente. No obstante, los chamanes de las razas trasgoides preconizan
un tiempo venidero en el que su especie se alzará por encima de la
gente alta, recuperará las tierras que les deben en virtud de sus
distantes ancestros ogros y olvidará las generaciones de esclavitud.
Los vientos del cambio arrastran el hedor de los goblins, el prometedor
olor de un glorioso futuro.
RASGOS COMUNES
Todos
los trasgoides comparten un cierto número de características físicas y
mentales que los diferencian claramente de otros seres vivos de Krynn.
Un goblin, hobgoblin o un bugbear es típicamente un individuo apestoso
de cara plana y piernas arqueadas. Sus rasgos faciales pueden ser
pronunciados, especialmente en el caso de los osgos, pero sus narices
parecen haber sido aplastadas entre unos ojos hundidos y unas bocas
dentudas. Todos los trasgos poseen extremidades largas y flacas, hombros
encorvados y un andar desmañado, aunque esto último no es tan notorio
entre los hobgoblins. Emiten un hedor penetrante que, si bien sirve como
marca de identificación entre sus congéneres, para las otras razas es
nauseabundo y recuerda a ropa podrida, cieno pantanoso y grano
estropeado.
Mentalmente, es proverbial la tendencia de todas las
variedades trasgas hacia la violencia, la brutalidad y el comportamiento
insensato. En ciertas tribus o lugares, esta propensión alcanza su
culmen, con goblins y hobgoblins luchando constantemente contra sus
vecinos y entre ellos mismos. En otras regiones, un esclavo o siervo
goblin apenas tiene oportunidad de expresarse, incluso para descargar su
ira, lo que supone una frustración y depresión inmensas. Los
investigadores se preguntan si la inclinación de los goblins a matar,
saquear y arrasar la tierra es realmente un vestigio de su herencia ogra
o un conjunto de comportamientos condicionados por su escuálida
cultura. Independientemente de la naturaleza de la psique goblin, es
cierto que algunos han sobrepasado sus instintos y han pasado a
controlar el rumbo de su vidas.
Todos los goblins comparten la
misma aproximación básica a la cuestión del género: las hembras son para
la cría y la magia. Unas pocas féminas excepcionales pueden decantarse
por esta última, mientras que el 90% restante debe dedicarse a la
reproducción en exclusiva. Incluso entre los goblins civilizados, sea lo
que sea eso, existe este arraigado estereotipo de hembra goblin; en
Sikk'et Hul, donde la sociedad patriarcal ergothiana ha ejercido una
profunda influencia, nadie aceptaría una líder hembra a menos que
tuviera un consorte igual de poderoso y gozara de habilidades para la
magia.
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