viernes, 30 de octubre de 2015

Razas ogras

La palabra "ogro" trae a la mente de la gente de Ansalon la imagen de unos monstruos enormes y brutales que disfrutan con el tormento y la crueldad. La verdad es, sin embargo, mucho más compleja. En el amanecer de los tiempos, los ogros eran la raza predilecta de la Reina Oscura y se llamaban a sí mismos los Abaqua, o Primeros Hijos. Eran altos, fuertes y duchos en la magia; pero también crueles y egoístas. Creados a su imagen y semejanza, poseedores de una belleza sin igual, la mayoría compartían la ambición y maldad sin límites de su diosa. Sus ansias de dominación los llevaron a someter y subyugar a quienes se entrometían en su camino, formando así un vasto imperio que ocupaba buena parte de Ansalon.

Mas no estaba dispuesto a durar. Durante la Caída, los Abaqua degeneraron en salvajes sedientos de sangre. Otrora hermosos físicamente, la fealdad de sus corazones corrompió sus formas, transformándoles en criaturas horribles y privándoles de su gran intelecto. Ese funesto suceso atormenta todavía a los ogros; es una memoria racial de la que no se pueden librar. Los ogros siempre proyectan la agresión resultante de su Caída hacia otras razas, despreciando sobre todo a los gráciles elfos, que se mofan de ellos con una belleza que ahora queda fuera de su alcance. Un ogro nunca admitirá la culpa de su raza: siempre son los humanos y, sobre todo, los elfos, los responsables de haber caído en desgracia.

Los ogros han tratado de recuperar su perdida majestuosidad a lo largo de loes eones. Convertidos en una raza de bruto, ansían recuperar la gloria mientras viven entre las ruinas de una civilización largo tiempo desaparecida. Se revuelven en el dolor y el sufrimiento, presas de un odio hacia el resto de razas que la memoria de los Abaqua, los Primeros Hijos de las Estrellas, no deja de alimentar.

BREVE HISTORIA DE LAS RAZAS OGRAS

En la Era de los Sueños, los Abaqua eran las criaturas favoritas de la Lady Oscura (nombre que dan a Takhisis los ogros, incluso hoy en día) y, como tales, recibieron numerosos dones. A cambio, ellos la servían con fervor, ayudándola a conseguir sus perversos designios. Es por eso que, cuando los humanos empezaron a mostrar un libre albedrío que amenazaba el dominio de la diosa sobre otras razas, se ocuparon de esclavizarlos y controlarlos para complacerla. Bajo las órdenes de la Lady Oscura, los ogros esclavizaron a los odiados humanos y los usaron para construir una gran civilización.

La codicia y la crueldad de los ogros fue lo que finalmente causó su caída. El punto de inflexión en la historia que la mayoría de historiadores señalan es el acto conocido como la Herejía de Igraine. La leyenda afirma que la hija de un noble alto ogro fue salvada por un esclavo humano que fácilmente podría haber dejado que la ogresa muriera. Igraine, al verlo, quedó impresionado por la compasión mostrada por el humano y fue repentinamente consciente de que su raza había tomado una senda que los llevaría a la destrucción. Liberó a sus esclavos y animó a otros entre sus congéneres a hacer lo mismo, iniciando un movimiento que suscitó controversia y terminó en guerra civil. Pero Igraine rehusó luchar contra los suyos: acompañado de sus más allegados, se alejó del contacto con el mundo y viajó a una tierra lejana, escondiendo mágicamente su rastro. Estos altos ogros llegarían a ser conocidos, con el tiempo, como Irda.

A lo largo de las siguientes centurias, los ogros restantes se hundieron cada vez más en la ignominia. Afectados por una maldición impuesta por Paladine, su apariencia se tornó espantosa, igualando la fealdad que albergaban en sus almas. Su civilización cayó en la ruina, deviniendo nada más que un pobre recordatorio de su gloria anterior. Hacia el final de la Era de los Sueños, los ogros habían degenerado completamente en los brutos sin muchas luces del Krynn moderno. La Lady Oscura, con todo, no ha olvidado a los que una vez fueron sus hijos favoritos. Fueron parte de sus legiones en la Segunda Guerra de los Dragones, cuando combatieron junto a los bakali y arrasaron las tierras de Silvanesti. Posteriormente, bajo las órdenes del Señor de la Guerra Crynus y el renegado Galan Dracos, lucharon ferozmente contra los caballeros de Solamnia en la Tercera Guerra de los Dragones. Durante esos años, conquistaron a los minotauros y los convirtieron en soldados-esclavo para mayor gloria de la Reina de los Dragones. Así comenzó una relación de odio profundo entre las dos razas y una tradición de esclavitud que persiste hasta hoy.

Los ogros sobrevivieron al reinado de los Príncipes de los Sacerdotes durante la Era del Poder, aunque con grandes penurias. Fueron tiempos difíciles para los ogros, quienes se enfrentaron a los caballeros de Solamnia en el oeste y a los Caballeros del Martillo Divino en el este. Aunque la mayor parte de Ansalon vio el Cataclismo y la caída de Istar como un acontecimiento apocalíptico, los ogros quedaron complacidos. La pérdida de los dioses fue un pequeño precio a pagar por la destrucción del mayor de sus enemigos. Por encima de todo, el Cataclismo permitió a los ogros campar a sus anchas por el mundo y practicar la tortura, el pillaje y la esclavitud.

En efecto, poco después del Cataclismo, horas enteras de ogros se abalanzaron sobre las llanuras al este de las Montañas Khalkist, buscando a sus enemigos para destruirles. No fueron plenamente conscientes de la devastación que había sufrido Ansalon hasta que sus ojos observaron que los verdes prados terminaban abruptamente en el mar; Istar había desaparecido. Centenares de millas del continente se habían desvanecido bajo el Océano Courrian. Los ogros viajaron por la nueva ,línea de costa, masacrando a los pocos supervivientes en su camino. Al alcanzar el final de un panínsula, los ogros reclamaron esa tierra como propia. Así, la nación ogra de Kern fue esablecida en los primeros albores de la Era de la Desesperación.

Durante la Era de la Desesperación, tribus de ogros se abrieron paso por el paisaje desolado, explorando, saqueando y matando a todo aquél que se encontraran a su paso. Sin nada que temer de este mundo privado de dioses y abierto a la intimidación, los ogros establecieron muchas aldeas y puestos fuertes a lo largo del continente. Valiéndose de su fuerza bruta, se regocijaron en el sufrimiento y el dolor de la humanidad.

Aproximadamente dos siglos después del Cataclismo, los ogros de Blöde y Kern se enfrentaron a una nueva amenaza. Un vetusto dragón negro llamado Garra despertó de su letargo y empezó a acosar a los ogros. Pidió tributos y los aterrorizó durante décadas hasta que sufrió una derrota frente a otro de su especie. Así pues, los ogros se cuentan entre los primeros pueblos que asistieron al retorno de los dragones.

Siguiendo a estos años de tormento, los ogros empezaron a estar agitados y nerviosos. Las incursiones a territorios vecinos aumentaron. En las décadas previas a la Guerra de la Lanza, emisarios de la Reina Oscura contactaron con los jefes ogros y les plantearon una disyuntiva: unirse al Ejército de los Dragones de Takhisis o hacer frente a su ira cuando llegaran al Abismo. Su propio instinto de violencia ayudó en la decisión. En el nombre de una diosa que creían largamente desaparecida del mundo, las naciones ogras se aliaron de buen grado con el Ejército de los Dragones, sirviendo como tropas de tierra y unidades mercenarias.

Posteriormente a la Guerra de la Lanza, los ogros han tomado las aldeas que habían sido golpeadas por la arremetida del Ejército de los Dragones. Encontrando presas fáciles, han amasado en los últimos tiempos una pequeña fuerza esclava y sus territorios no dejan de crecer. Aunque lejos de los Caballeros de Solamnia y la mayor parte del mundo civilizado, son una potencia a tener en cuenta. En cualquier momento podrían tratar de continuar su expansión por tierras las fértiles del oeste, confiando en su reciente pujanza militar.

RASGOS COMUNES

Las distintas razas ogras tienen muy poco en común, si bien todas poseen el recuerdo de la antigua grandeza de los altos ogros y comparten gran fortaleza, ya sea mágica o física. Asimismo, persiste entre las razas ogras un omnipresente orgullo racial. Este orgullo, que constituyó la ruina de los altos ogros, modela y dirige en muchos aspectos la existencia de los ogros a lo largo de su terrible y trágico destino.

Los magos y brujas ogros retienen vestigios de la magia de sus ancestros, obteniéndola fundamentalmente de la magia primaria; su escasa disciplina les impide seguir la senda de la Alta Hechicería. Su origen se remonta a Treloran, un alto ogro que usó su poderosa mágica para resguardarse de la maldición lanzada por Paladine. Se vio afectado de todas formas, pero no en la misma medida que el resto de su raza. Sus descendientes conservan poderes mágicos que rivalizan con los de cualquier otra raza y son muy inteligentes. Es por ello que son reverenciados y respetados entre el resto de sus congéneres, ocupando a menudo un puesto de alta responsabilidad en su sociedad; algunos, sin embargo, prefieren mantenerse al margen. Dado que solo pueden cruzarse entre ellos, su número es muy escaso.

Por su lado, los Irda recuerdan el tiempo de los altos ogros y tratan de evitar seguir por su mismo camino, preservando su modo de vida pacífico en una isla aislada y luchando contra la semilla del Mal en su interior. Ocasionalmente, algunos se mezclan con las gentes de Ansalon para traer noticias a su tierra o para ayudar a quienes puedan necesitar su ayuda. De entre todas las subrazas ogras, son los únicos que adoran a los dioses benignos, fundamentalmente a Paladine.

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